Tradicionalmente los editoriales de los periódicos han tenido la función de trasmitir la opinión de un medio de comunicación sobre un asunto importante de la actualidad con el objetivo de orientar y formar la opinión del público. Así, el editorial se ha enmarcado dentro del género de opinión pues desde que nació en el siglo XVIII, se convirtió en un vehículo de ideas y opinión pública. Aunque con los procesos de digitalización y las nuevas plataformas electrónicas el formato utilizado se ha modificado para adaptarse a nuevos ambientes que incluyen estructuras de texto y audiencias diferentes, el propósito sigue siendo el mismo.  

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Desde que comenzaron los análisis de este sub-género de opinión, se ha entendido que el editorial hace parte de la ideología del periódico: no solo se trata de interpretar la actualidad, sino también de lo que se presenta como importante. De esta manera, los editoriales son artículos sin firmar que nacen de la línea editorial del medio y que intenta dar luces a un evento como parte de un discurso pero separado de los campos informativos —aunque no siempre está tan clara esa división—. Sin embargo, se habla también de que aparte de dirigirse a los lectores, los editoriales tienen la función de hablarle a los líderes de las instituciones sobre asuntos públicos y por este motivo, es una manera de explicar la posición institucional en contraposición con lo que predomina en la agenda pública.