El día del Grito de Independencia, The Guardian hizo su primer editorial sobre el proceso de paz en Colombia. Este editorial es bastante informativo y también crítico frente a aquellos que se oponen al proceso de paz en Colombia. En un primer momento, afirma que no hay motivos para subestimar lo que se ha logrado pues lo que se quiere acordar buscar dirigirse a las raíces del conflicto “impulsando el desarrollo rural con una redistribución de la tierra y atacando la industria de producción más grande de cocaína del mundo”[1]. Además, menciona que “el movimiento femenino de Colombia también ha participado en la formación de los acuerdos, y los expertos dicen que puede ser la primera vez que los derechos LGBTI han sido parte de las negociaciones de paz”[2], reconociendo el papel de las minorías dentro del proceso.
Luego, el editorial se refiere a las críticas que hace la oposición sobre la reintegración de los desmovilizados, la inversión económica que se debe hacer para el posconflicto y el acuerdo de justicia. De igual forma, apoya el acuerdo pues afirma que le daría a los colombianos la posibilidad de enfocarse en mejorar las condiciones de vida y liberar recursos para ser invertidos en algo diferente a la guerra. El editorial termina con el tema de las drogas. Así, afirma que la paz con las Farc significa también poder acabar con el tráfico de cocaína y poder destinar los esfuerzos a la sustitución de cultivos, y le envía un mensaje a la comunidad internacional —en especial los países occidentales donde se consume cocaína— donde si les interesa ayudar a la paz y estabilidad de Colombia, deberían repensar el tema de las políticas de drogas.
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[1]. “by boosting rural development with some land redistribution, and tackling the world’s largest cocaine production industry”.
[2] "Colombia’s vocal women’s movement has also been involved in shaping the deal, and experts say it may be the first time LGBTI rights have been part of peace negotiations”.
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